Historia del cepillo de dientes
Diversas formas de higiene dental han sido practicadas por el hombre desde la prehistoria. En excavaciones realizadas en distintos lugares del mundo se han encontrado instrumentos tales como ramas masticadas en un extremo hasta volverlas suaves (en general provenientes de árboles con cualidades antisépticas), plumas de aves, huesos de animales o púas de puerco espín.
Existió no obstante, un método aún más antiguo de cepillarse los dientes con un trozo de tela que se utilizaba en Europa desde tiempos de los romanos.
El cepillo de dientes lo creó, según la Asociación Dental Estadounidense, un emperador chino en 1498; que puso pelos de cerdo en un mango de hueso. Los mercaderes que visitaban China introdujeron el cepillo en Europa, pero los europeos preferían cepillos dentales más blandos confeccionados con pelos de caballo. También era común mondarse los dientes tras la comida con una pluma de ave o utilizar mondadientes de bronce o plata.
El cepillo de dientes tal y como hoy lo conocemos fue un invento de los franceses en el siglo XVII. Sin embargo, no todos podían permitirse el lujo de tener uno: a principios del siglo XX tener un cepillo de dientes estaba reservado sólo para los muy ricos pues el mango era de marfil y las cerdas naturales, lo que encarecía de manera significativa su coste.
Fue en 1930 cuando hicieron su aparición los primeros cepillos de plástico, mucho más económicos y antecesores directos de los que hoy hay en nuestros cuartos de baño.
Siempre se aprende algo nuevo, ¿verdad?
¡Que tengáis una buena semana!